Neuritis óptica: una causa de ceguera
El nervio óptico es el nervio que conecta al ojo con el cerebro, y es el encargado de transmitir la información visual entre ambas estructuras. Si el nervio óptico se lesiona entonces no será posible que el estímulo visual que es detectado por el ojo se transmita al cerebro para ser percibido.
La neuritis óptica es la inflamación del nervio óptico. Puede estar ocasionado por un ataque inmunológico del propio sistema de defensa frente a la envoltura de dicho nervio (mielina) o por una deficiencia de su irrigación sanguínea, lo que ocasiona que el nervio óptico se infarte. En ambos casos se produce una inflamación nerviosa (neuritis), que es la responsable de los síntomas que presenta el paciente.
El síntoma más llamativo, y el que suele ser el motivo por el que el paciente acude al médico, es la disminución de la capacidad visual. La persona nota que no puede ver igual a como lo hacía días previos. Cabe resaltar que, en la mayoría de las ocasiones, afecta solo a uno de los ojos, de tal manera que la visión se afecta solo en un ojo. Dependiendo la gravedad de la inflamación, la disminución de la visión puede ir desde un síntoma leve, en el que la persona es capaz de ver casi con normalidad, hasta una pérdida total de la visión del ojo afectado. Otro síntoma característico es la discromatopsia, que es la pérdida de la capacidad para distinguir los colores, en especial entre el rojo y el verde. Otro síntoma frecuente es el dolor, que puede afectar solo al ojo, o parte de la cara y la cabeza del lado comprometido. Dicho dolor puede empeorar con los movimientos oculares, por lo que el paciente opta por mantener su ojo inmóvil. En los casos desmielinizantes, la pérdida visual suele presentarse sobre todo en el centro del campo visual, pero en los casos isquémicos es más probable que el déficit visual sea solo de la visión superior o inferior.
Para realizar un correcto diagnóstico de la neuritis óptica es importante que el paciente sea evaluado paralelamente por un oftalmólogo, a fin de descartar alguna alteración propia del ojo que haya podido causar la disminución visual (de ser ese el caso, no estaríamos frente a una neuritis óptica sino a una enfermedad ocular). También es importante examinar el fondo del ojo (la parte más interna del ojo), con un aparato llamado oftalmoscopio, para ver la inflamación de la parte del nervio óptico que se conecta con el ojo (papila).
Si bien la mayoría de las veces no se encuentra una causa específica de la neuritis óptica, es necesario buscarla, pues de ellos depende el tratamiento preventivo que podamos ofrecer al paciente. En las neuritis ópticas isquémicas, lo más importante es investigar causas de enfermedad vascular, como hipertensión arterial, diabetes, consumo de tabaco, alteración de los lípidos de la sangre, como el colesterol o los triglicéridos. En aquellas personas que padecen una neuritis desmielinizante, lo más importante es estar seguros de que la causa no sea una esclerosis múltiple, que suele debutar con neuritis óptica.
El tratamiento consiste en la administración endovensosa de corticoides. Esto es más eficaz en cuanto se realice más precozmente, en los primeras horas o días de iniciado los síntomas. Debe realizarse con el paciente hospitalizado. El tratamiento preventivo a largo plazo dependerá de la causa de la enfermedad.
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